
Hace siete años, no sé cuantos meses y días…
Ejem. Bueno, hace ya mucho tiempo sucedió algo muy importante. Si yo hubiera sabido lo importante que sería ese día, tal vez hubiera decidido peinarme y vestirme con al menos una prenda que no estuviera agujerada en algún sitio… y si hubiera sabido la trascendencia de aquél día, quizá inclusive lo hubiese asentado en alguna libreta, lo hubiera marcado en algún árbol o algo por el estilo. Tal vez hasta hubiera preparado algo especial para festejarlo.
Por fortuna yo no lo sabía. De haberlo sabido, hubiera estado muy nervioso y por aquellos entonces, los nervios me hacían enmudecer. De ese modo, quizá nada hubiera pasado.
Pero afortunadamente pasó y así, ese día adocenado se convirtió en algo trascendental en mi vida pues ese día inició mi amistad con Verónica Alicia Tintinea.
A diferencia de ella, que recitó con exactitud en su post la fecha en que nos conocimos, yo nunca hasta ahora me ocupé de pormenorizar los lapsos temporales a través de los cuales nuestra relación ha atravesado. Y no porque no lo considere algo digno de reflexión, sino que, al ser yo una persona despistada y olvidadiza, me olvido de marcar fechas y apenas soy consciente del paso del tiempo. El pensar que han pasado tantos años me hacía sentir algo parecido al vértigo. Como ir en la montaña rusa y no tener noción de ‘arriba y abajo’ en momentos determinados.
He vivido esta amistad justo como la mayoría de las cosas de mi vida: ajena al tiempo, viviendo un constante presente y sin prestar mucha atención al pasado ni al futuro. Y no por ello implico que me haya abstenido de pensar, reflexionar y fantasear cosas sobre el pasado o el futuro. Estos días en que Verónica literalmente ha caminado lado a lado conmigo me entretengo mucho imaginándome viajando al pasado, para contarle a Veka lo que haríamos y diríamos estando cerca por fin. Aunque le arruinaría la sorpresa y quizá todo hubiera cambiado.
Pero estos días pasados he vivido este maravilloso presente. Muchas cosas en mí que habían estado dormidas por mucho tiempo despertaron otra vez y me siento rejuvenecido y capaz de cometer un sinfín de tonterías, como bailar ballet para festejar algo tan simple como una partida de scrabble, o entonar porras y vítores sólo porque Veka ha comido su primer quesadilla enchilada… y sobrevivió, además de usar una escoba como guitarra-micrófono y mover la boca y el cuerpo emulando a Axl Rose mientras mi celular reproduce ‘Welcome to the jungle’ y me regalo los oídos con su risa clara y musical.
Podría extenderme y tratar de explicar muchas cosas, pero sólo haría inútilmente largo este post… porque los sentimientos así de lindos, así de contundentes, suelen ser inefables. Todo lo que puedo decir es que Veka y yo somos tan amigos, somos tan unidos, como lo hemos sido desde siempre. Y los altibajos que ha tenido nuestra amistad han sido sólo etapas, malentendidos, porque ahora que hemos comido, reído y caminado juntos, siento claramente cómo todo lo bella y poderosa que siempre creí que es nuestra amistad, ha quedado confirmado y consolidado con creces.
2 comentarios:
Rayos...
Snif, con mocos y baba xD
Sí u_u
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