Es parecido a lo que uno diría si estuviera en un grupo de rehabilitación de alguna cosa. Bueno, sí… pero “no es tan así”.
Hace poco un par de mis amistades más cercanas me han hecho ver que utilizo aquella expresión, “No es tan así” para excusarme y minimizar mis fallos y los asuntos de mi vida y personalidad hacia los cuales soy negligente. Y esta vez digo “No es tan así” de una manera intencional, y es porque trato de comprender lo que hay mal conmigo. Claro… me han dicho que mi actitud es errada en este sentido, y lo que diré a continuación no es una disculpa o una excusa o pretexto o cualquier cosa que me haga salirme por la tangente. Sólo es un intento de entender por qué he hecho y actuado como he hecho hasta hoy.
A pesar de lo que yo diga, haga o lo que supuestamente demuestre mi actitud, me importa lo que la gente piensa. No en un grado perjudicial, quiero pensar, pero si a un nivel importante. Quizá es por mi concepto de “existencia”. Y ahora puede me ponga un poco “filosófico”, pero mi intención no es esa, ni mucho menos me creo capacitado para tratar temas tan profundos. Sólo quiero explicar cómo ha sido mi forma de pensar todo este tiempo: creo que lo que nos define como personas es un conjunto de muchas cosas y circunstancias. Nuestra existencia no está determinada únicamente por nuestra conciencia de nosotros mismos, sino por el cómo afectamos el mundo a nuestro alrededor, y más importante aún, cómo afectamos a otros seres a nuestro alrededor. Según mi creencia, parte importante de lo que nos “hace existir” es el “yo” que hay en la mente de los demás. Quizá suene un poco a aquella paradoja del árbol que cae en un bosque solitario, sin nadie que lo escuche.
Desde que era niño la idea de convivir con otros niños siempre me había emocionado. Aún recuerdo lo emocionado que estaba el primer día que asistiría al kínder. Incluso desde aquél entonces yo tenía ya la ilusión de hacerme de una noviecita, jaja. Estando en el kínder fui un niño muy proactivo en cuanto a socializar. Inclusive tomé la iniciativa por primera vez en mi vida de hablar con la niña que me gustaba. Oh, sí… cuando lo hice la niñita me contestó muy groseramente y luego fingió que no estaba yo ahí, y me retiré de su mesa con la cola entre las patas sin saber qué había sucedido.
Puedo decir con toda honestidad que toda mi infancia siempre tomé la iniciativa para hacer amigos. Mentiría si dijera que no hice amigos, porque sí los tuve, pero aquella escena que viví en el kínder, al ser rechazado, se repetiría muchas otras veces.
Llegando a la adolescencia, después de vivir tantas experiencias similares… pienso que quizá era obvio empezar a preguntarme si de verdad era yo alguien agradable… y por supuesto, también empecé a creer que no le agrado a la gente. No podía hacerme el loco, vamos, es como si sacara mi ropa a secar en un día lluvioso y pretendiera no saber por qué no se seca. No es una excusa, pero pienso que de ahí deriva mi temor a socializar. Claro que luego empecé a manejar el rechazo de mejor forma y llegué a un punto en el que en verdad no lo notaba y no se me ocurría preguntarme “por qué no se secaba la ropa”, por decirlo así, jaja.
Decir “no es tan así” en este caso es casi como un chiste auto referencial. Pero, de hecho, no soy fóbico social. He leído mucho acerca de ese problema y me doy cuenta que mi temor al rechazo (sí, dije que podía manejar el rechazo, pero no dije que no tuviera miedo de ser rechazado) no llega a niveles tales como para evitar del todo socializar y tener contacto con otros seres humanos y ninguno de mis problemas encajan con la patología antes mencionada. Mi temor al rechazo no es una patología, y de hecho creo que considerando lo miedoso que soy, al final, resulto muy temerario.
Ustedes, que me leen a través de mis letritas de pixel, también son personas; tienen carne, piel, huesos, sangre, corazón y sentimientos. Algunas de ustedes de seguro sienten afecto por mí, así como yo hacia ustedes. Pero están lejos. No puedo decir que no he tenido intenciones de estrechar lazos con alguien, porque lo hago tanto como me es posible intentarlo. Es como le dije a Marcela hace no mucho: “quizá parezca antisocial, pero no lo soy… es un malentendido. Yo tengo pensado ir hasta allá con ustedes. Si pudiera hacerlo ahora mismo, iría a invitarte un helado, o iría con Nadia a que tomáramos clases de baile, o iría con Romi a ver sus clases y comer cuanto me fuera posible, o iría con Yiss a que me enseñara a dibujar. Y vamos… hace no mucho invité a una amiga que vive a cuatro horas de distancia a que fuera conmigo al cine. Sí llego a socializar y tengo un gran interés en hacerlo, pero no sé por qué siempre tengo qué hacer viajes épicos para tan sólo poder darle un abrazo a alguien por quien siento afecto e interés.”
Como dije antes, nada de esto es una excusa ni pretexto. Para nada. Yo de verdad ahora soy consciente de muchos problemas y fallos que hay conmigo (no sólo en cuanto al temor a socializar sino también en otros aspectos de mi vida) Sólo quería dejar claro que… en lo que respecta a mi supuesta fobia social, “no es tan así” jajaja.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
3 comentarios:
Varias cosas que decir, pero para qué decir tanta cosa si sólo diré dos al final:
1. Me encanta la forma cómo desarrollas una idea al escribir.
2. Te quiero.
He leído y estoy al tanto. Pero mi respuesta será personal.
Gracias por compartir.
Gracias =)
Quiero aclarar algo una vez más: esta no es mi postura oficial ni actual ante mis problemas. Sólo recordé cosas e hice deducciones de por qué he dicho y hecho todo lo que he dicho y hecho últimamente, respecto a este problema...
Publicar un comentario